miércoles, 30 de diciembre de 2020

No Fue Facil

 España es un estado cuya forma política es una monarquía parlamentaria.

El sistema de gobierno se basa en la soberanía nacional, la división de poderes y un sistema parlamentario.

Algunos se quejan de ser eso, precisamente. Una monarquía. No sé por qué algunos se empeñan en que una república saldría más barata cuando es totalmente incierto. Otra cosa es que no quieras dar el dinero siempre a la misma familia, pero a mí me es igual a quien va a parar el dinero de mis impuestos, no soy de la familia real, pero se positivamente que jamás seré presidente de la república. Así a bote pronto, como mucho de mi escalera.

Al final toda esta historia, se debería reducir, a lo que menos nos cueste a los ciudadanos. Es muy fácil decir ahora aquello de que al rey no le ha votado nadie.
No es totalmente cierto porque se votó una constitución donde votabas la monarquía parlamentaria como forma de gobierno. A mi modo de ver, creo que lo tienen peor otras monarquías europeas. que llevan más tiempo que nosotros y también sin que nadie les votara. Puede que de las más pomposas sea la de reino Unido, con sus carruajes, sus coronas de oro y sus joyas. Aun así, el presupuesto es de 95 millones de euros, contra los más de 200 de la Republica de Italia. siendo esta, de las de menos presupuesto de la UE. Saberlo es fácil, solo hay que buscarlo, todo está en la red.
Echar la culpa a la gente de que tengamos una monarquía...
Pues tampoco es justo, si tenemos en cuenta que la constitución se votó en 1978, de esto hace 42 años. En uno de los artículos de la constitución se otorgaba la mayoría de edad a los 18 años, que ya sin estar aprobada votaron por primera vez como mayores de edad. Es decir que si hacemos la suma que es sencilla, veremos que 18 + 42 nos dan 60. Que serían los años que tendría un "pipiolo" que votó por vez primera en el 78, con el miedo lógico que le habían trasmitido sus mayores
Con esta realidad es con la que nos enfrentamos hoy en día, ya que muchos de los que se quejan de la monarquía no llegan a esa edad ni queriendo, por tanto no saben que teníamos en aquellos años confusos y convulsos. Es por eso que no se puede criticar aquella gente que votó aquella constitución, ya que la más adulta falleció ya y como he dicho, los más jóvenes ya están próximos a la jubilación.
A todo esto, habría que añadir que la sombra del Franquismo era muy alargada en aquellos años y los ruidos de sable siempre estaban de fondo, con lo cual elegimos lo menos malo. Más vale una mala monarquía, que una buena dictadura, Con ese principio fuimos a votar muchos jóvenes de los de entonces.
Ahora les corresponde a quien no este conforme, cambiar el sistema si cree que este no es el adecuado. Eso sí que sea en paz, no vaya a ser que a la repetición de la pandemia. (sufrimos una 1918) le siga una repetición de guerra civil, ya hemos hecho muchas cosas mal y como prueba de ello es que yo, me siento con menos libertad ahora que en los 80. Pero de lejos. Y eso que yo soy de los "pipiolos" que votamos en 1978. Pero muchos avances que conquistamos en los 80 y los 90 ahora son impensables, o políticamente incorrectos. Hay cosas que conquistamos en los 80 que ahora se han perdido, o se han dejado perder. ¿A quién hay que echarle la culpa de esto? ¿También a los que votamos en el 78? En fin, cada uno que saque sus propias conclusiones, Yo las mías hace mucho que las saque, me puedo arrepentir o no. Pero es lo que viví y por eso puedo hablar de ello.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Noche de Frio y Blues

 Posiblemente fuera por estas fechas, o muy cercano a ellas. Recuerdo que hacia un frio penetrante que calaba hasta los huesos, mientras una fina lluvia no dejaba de caer y le daba un brillo especial a las calles, que reflejaban cualquier punto de luz como si de un espejo se tratara. Era un día laborable y las calles a esas horas estaban vacías.
Salía de trabajar tarde, como de costumbre. Aunque realmente tendría que decir temprano, porque era ya de madrugada. Las calles vacías y el frío, hacía visible el vaho de mi respiración, al tiempo que se podían escuchar perfectamente mis pisadas en el suelo mojado.
Levante la vista, y vi mi coche, que estaba aparcado junto a muchos otros, chorreando agua debido a una lluvia, poco apreciable pero muy insistente.
No me di cuenta hasta casi abrir la puerta del vehículo, de una sombra que había cobijada en un portal. Llevaba un abrigo oscuro, un gorro y una bufanda que apenas dejaban ver sus ojos. Me sobresalte un poco, pero al oír mi nombre me pare en seco. Aquella sombra camino hacia mí al tiempo que las farolas la iban haciendo visible. Fue entonces cundo vi que se trataba de Ana, una vieja amiga.
Ana fue durante unos años compañera de trabajo y durante este tiempo, entablamos una buena amistad. Es de esas compañeras que tú pareja miran siempre de reojo por su proximidad. Eso sí: sin motivos y aunque todo hubiera sido posible, yo casi le doblaba la edad.

Pienso que Ana me tomo un poco como un padre, era una persona que parecía tener un imán para los problemas, era increíble la facilidad con la que se adherían a ella. Digo bien: se le adherían, porque a pesar de no buscarlos, era como si los problemas fueran a llamar a su puerta. Claro que todo esto lo sabía, porque no había problema que Ana no me hubiera contado.
Me resulto extraño verla, sobre todo a esas horas y con ese tiempo, pensé que muy grave tenia que ser la cosa, porque el encuentro era demasiado extraño para ser fortuito, además durante un tiempo deje de saber de ella, estuvo desaparecida, circunstancia esta, que aún me hacía pensar más, que no era casualidad. Me pregunto si tenía un momento, y aunque estaba cansado y era muy tarde, le dije que si, al tiempo que la invitaba a subir al coche. Una vez en el interior le dije que fuera soltando “lastre”. Me contesto que mejor en algún lugar tomando algo porque estaba “súper helada” y que ella me invitaba. Vivo en una ciudad no demasiado grande, donde no abundan los sitios a donde ir, a esas horas estaban todos cerrados. Claro que hubiera podido pillar la autovía y parar en el primer bar servicio 24 horas, pero no sé si era lo adecuado y además no me apetecía.
Después de dudar un poco, arranqué el coche y puse rumbo a la ciudad más grande y próxima que tenía, con la esperanza de encontrar algún bar de copas o “Pub” abierto. No está lejos, pero hicimos todo el trayecto bajo la insistente lluvia, a la que además ahora, le acompañaba un viento frio. Tan frio que resultaba cortante como cuchillas de afeitar.
Por proximidad y por tamaño, solemos ir mucho a esta ciudad, hay cosas, que en la que vivo no encuentras y se hace preciso el desplazamiento: como en este caso.
Nos dirigimos a la zona de “marcha”. Mas por ella que por mí, ella me guió, yo hace tanto que no voy de marcha, que, para mí, aquellas calles vacías que ahora transitaba, me daba la sensación que jamás las había pisado antes. Parecía que Ana, había entrado en calor, la calefacción del coche estaba cumpliendo con su cometido y su cara ya descubierta, presentaba un color sonrosado, que con el brillo de sus ojos le daban un aspecto angelical, que combinaba a la perfección con su melena levemente rizada. Al final y después de muchas vueltas vimos un lugar del cual no habíamos reparado antes por su discreción. Era una puerta de madera en medio de una pared marrón, y un rotulo con el nombre del local, al que iluminaba una luz muy tenue, apenas perceptible. Nos tuvimos que desplazar unas decenas de metros desde donde conseguí aparcar el coche. Por lo que fue preciso, envolvernos casi con todas las prendas de abrigo que teníamos a nuestro alcance ya que el viento, había acentuado la sensación térmica aún más si cabe. Ana se aferró a mi buscando calor contra mi cuerpo, tanto que hasta me impedía caminar con normalidad. Entramos en el local, que por fuera prometía y por dentro no engañaba. La decoración era tan singular que hasta resultaba extraña, tanto que me es imposible explicarlo en pocas palabras. Rara, rara, rara
No puso muy buena cara el chico de la barra al vernos entrar, solo había otra pareja en el local, que además se disponía a marcharse. Pronto nos quedamos solos pedimos nuestra consumición, al tiempo que chico de la barra bajaba un poco el volumen de la música. Una música que, si el local era extraño, esta, no se quedaba atrás, ya que no dejaban de sonar temas de “Blues” de los años 50 y 60. No me molestaba porque, a decir verdad, es un tipo de música que me agrada, pero tan difícil de escuchar en estos tiempos, como extraño era el local.
No relajamos y me contó que había ido a vivir con un chico, bastante lejos de aquí. Pero al final parece que la cosa fue flor de un día, no duró y más con pena que gloria, regreso de nuevo a casa, casi sin recursos y haciendo una auténtica odisea de su viaje de regreso.
La llegada a casa no fue muy satisfactoria y ante los reproches de sus padres, decidió salir a buscarme, ya que conocía a la perfección lo extraño de mi horario. Su familia, muy cordiales y con los que entablé una gran amistad, llevaban unos años ya viviendo de nuevo en esta ciudad. Digo de nuevo, porque, aunque son originarios de aquí, les gusta vivir de una manera nómada, y cuando Ana acabo el periodo escolar, cargaron trastos y se marcharon por la parte del pirineo. Pero hubo más. Guadalajara, y bajo Aragón fueron otros destinos, hasta que recalaron de nuevo aquí, donde viven de alquiler, en el campo, en una casita. El que vivieran de alquiler junto a los dos vehículos familiares, que eran furgonetas, daban una clara muestra de su vida nómada, siempre dispuestos a cargar trastos y salir en busca de nuevos horizontes.
Apuramos la consumición, y aunque todavía teníamos mucho que hablar, nos apiadamos del camarero y decidimos marcharnos, dándole las buenas noches, frase esta que iluminó su cara y detrás de nosotros, pero con disimulo, se apresuró a cerrar el local.
La vuelta al coche fue similar a la anterior, frio, lluvia, viento y Ana aferrada a mi brazo sin apenas dejarme mover. Solo una cosa cambiaba, sus ganas de reír después de haber soltado un “lastre” que en casa no tuvo ocasión.
De vuelta a casa la conversación era mucho más amena, más alegre, incluso me contó planes de futuro. Unos planes de futuro difíciles de cumplir, si nos atenemos a la vida de su familia. Una familia a la que no acuso de los problemas de Ana, o tal vez sí. Pero eso, en cualquier caso. no me corresponde a mi juzgarlo. Una vez en la puerta de su casa, aun permanecimos un rato conversando. Hasta que la calefacción del coche, al estar parado dejo de hacer su efecto. Fue en ese momento cuando decidió despedirse, yo estaba rendido. Antes de abandonar el coche, me dio un beso y pude sentir sus labios calientes en mi mejilla, que ya empezaba a enfriarse.






Esto fue el recuerdo que me dejo, y que me dio a entender, que hay amistades que son para siempre, a pesar de la diferencia de edad.
Tengo aun su teléfono, como ella debería tener el mío, o no, su juventud la hacía ser un poco descuidada en estas cosas. Yo no le he vuelto a llamar ella tampoco a mí. Mi vida siguió normal, sin alteraciones, a diferencia de la de Ana, que una vez más, un buen día cargaron las furgonetas, y volvieron a marchar lejos de aquí. De esto hace ya unos años, demasiados pera lo que era su costumbre, Sé que regentan un negocio familiar y que les da para vivir. Ana se casó y tiene ya dos hijos. Su marido se dedica a la ganadería, uno de los pocos negocios que te permiten vivir por aquellas lejanas tierras y aunque no sé nada de ella, sé que en algún momento se acordara de mí, ya que con aquel beso en mi mejilla, aquella fría y lluviosa noche, sellamos nuestra amistad para siempre.

sábado, 29 de agosto de 2020

Route N-340

Las vías de comunicación y transporte, tenían como misión unir los núcleos poblacionales, haciendo en muchas ocasiones encaje de bolillos para poder llegar a los máximos posibles. Tenían que sortear montañas, profundos valles, o caudalosos ríos, con el único fin, que las personas pudieran desplazarse, e intercambiar mercancías entre los distintos pueblos. También es cierto que algunas poblaciones buscaron esas vías para nacer y crecer alrededor de ellas.
Tenemos en España una ruta mítica que sigue en mayor o menor medida el trazado de la vía Augusta. Esta es la antigua Nacional 340. Esta carretera además de otras características es la más larga de la península ibérica, ya que va desde Puerto Real, en la provincia de Cádiz. Hasta la plaza de España en Barcelona. O viceversa. Casi 1300 kilómetros sin dejar una misma carretera.
Visto lo visto, deja una muestra de la importancia del corredor Mediterráneo, que tanto les cuesta de ver a nuestros políticos. Más de 2000 años de antigüedad de una vía de comunicación, con pequeñas variaciones, no puede ser un error. Lamentablemente aquella nacional 340 que muchos de nosotros conocimos y transitamos, ha dado paso a nuevas autovías, donde el tráfico es más rápido y mucho más seguro que por la antigua nacional. La vieja nacional de la cual existen todavía muchos tramos de su antiguo trazado. Ha quedado en el mejor de los casos, como vía de acceso a polígonos industriales, ya que los tramos que cruzaban las poblaciones por el centro, han quedado totalmente irreconocibles siendo en la mayoría de los casos de un solo sentido. 
A lo largo de los casi 1300 kilómetros de esta vía nos podemos encontrar muchos edificios abandonados que un día fueron restaurantes llenos de esplendor y punto de referencia para muchos camioneros que quedaban allí, para cenar y dormir unas horas antes de continuar la marcha a su destino. Pueblos que han perdido una de sus fuentes de ingreso, ya que, al pasar la carretera por el centro de la población, se creaban tiendas, bares o establecimientos donde pasar la noche, Unos pequeños negocios que ahora han desaparecido. Parece mentira que una cultura tan antigua como la nuestra que otrora fuera la dueña de media Europa, parte de África, y prácticamente toda Sudamérica, ahora tengamos tan pocos recursos.
Existe en Estados Unidos una ruta llamada la ruta 66. Una ruta de la que apenas queda nada de lo original.
La Llamada ruta 66 fue oficialmente retirada de las carreteras de USA, en el año 1985. Siendo sustituida
por la Red de Autopistas Interestatales de Estados Unidos. No obstante, partes de la vieja carretera que discurren a través de Illinois, Nuevo México y Arizona, han sido señalizadas con letreros de "Historic Route 66" convirtiéndola en un filon.
Gente de todo el mundo visita la ruta 66, incluyendo Españoles que pagan un buen puñado de dólares para alquilar una Harley Davidson, la moto mitica de dicha ruta. Un gran plató, donde puedes ver coches americanos de los años 50. Los típicos Dinner Shop, en medio del desierto, y un sinfín de cosas que te transportan a los años dorados de aquella ruta que atravesaba un gran número de estados. Quizá alguno le parezca ridículo que pudiéramos explotar nuestra N-340. Nuestra particular ruta 66 que va desde el Mediterráneo hasta el Atlántico, después de cruzar algunas autonomías, cada una con su particularidad. Nos podemos encontrar en esta ruta un “Las Vegas” Aunque mucho más ibérico en Benidorm. Incluso si echamos de menos los Cowboys Los tenemos en nuestro particular desierto. El de Tabernas, que además es el más grande de Europa. Una ruta que discurre entre parajes maravillosos donde tenemos de todo, incluso muchas fortalezas medievales, algo que nunca podrán tener en USA.
Así somos los Españoles, muy hechos a tirar a la basura todo lo nuestro. No solo a tirarlo a la basura, incluso somos capaces de pelearnos entre nosotros, para a ver quien critica más nuestro pasado, glorioso para unos y vergonzoso para otros. En fin, lo que quizás podría ser una mina de oro, son tramos de carretera inconexos donde apenas encuentras nada que ver, excepto ruinas de un pasado. De un pasado lleno de vida, donde los Pegaso y los 600 eran dueños de la carretera. Donde nuestros bares de carretera abiertos 24 horas, eran del todo imprescindibles. para las paradas de los “Buses” de línea regular, y otros muchos “piratas” que hacían su paradita a tomar café, mientras algunos aprovechaban para dar alivio a su vejiga. 

Gasolineras abiertas sin pausa, donde un empleado te atendía personalmente, dando un toque de humanidad y algo de conversación para el que viajaba solo. Gasolineras y restaurantes. Pequeñas islas de vida, donde era habitual encontrar soldados, con el saco “petate” en ristre a la espera de que alguno de aquellos Pegaso, fuera para su “tierra” y les hiciera un hueco en la cabina. Otros se arriesgaban a hacer autoestop.
Una imagen, la del autoestopista, desconocida ahora por muchos en los tiempos que corren.
Es una idea y una alternativa al turismo de borrachera, aunque viendo como somos si alguien se le ocurre fomentarla, nosotros, los Españoles, seremos los primeros en criticarla, aunque ya hay por ahí alguna iniciativa, que además copia el logo de la ruta 66 La verdad es que yo me quedaría con el pilón de kilometraje rojo y blanco, es mucho más nuestro.
Ojalá algún día se haga realidad y empecemos a valorar un pasado que, para muchos, parece que nunca existió.
No quiero pararme a pensar si los estadounidenses cuya historia se remonta apenas unos siglos atrás, tuvieran algo similar al canal de Castilla. Algo que muchos desconocen en este país, pero sin embargo conocemos las
cuestas en Nob Hill, tantas veces vistas en las películas. pero eso.
Eso ya es otra historia


jueves, 20 de agosto de 2020

La Burbuja

 Seguramente los más jóvenes no tendrán idea de lo que era un “niño burbuja” pero los que ya están en el medio siglo quizás si los recuerden. Eran niños que por algún tipo de intolerancia se veían confinados a vivir en una especie de burbuja.

Si las noticia fuera actual quizá todos estaríamos enterados por que los medios de comunicación nos hubieran bombardeado con las desdichas del niño, o niños burbuja. Dramatizando cada uno de ellos la enfermedad si cabe más que el anterior.
Bueno ahora no andamos con burbujas, pero igual sería cuestión de estudiarlo dada la situación de la nueva normalidad, que siendo nueva. Nada, o poco tiene de normalidad.
No voy a negar que estamos delante de una pandemia, basta con conocer a alguien, o a algún familiar de afectado, pera que se disipen todas tus dudas. Aun así, hay un movimiento “negacionista” que creo que está haciendo un flaco favor a la sociedad en general, ya que la pandemia y debido a la globalización, campa a sus anchas por todo el planeta. El miedo exagerado que muchos de nosotros tenemos, es sin lugar a dudas provocado por los medios de comunicación y como no, por la clase política.
Una clase política que utiliza esta pandemia para difamar o ganar adeptos, sin importarle que como las victimas del terrorismo, que en ocasiones también utilizaron en beneficio propio, son algo más que números en una estadística. Ya que cada uno de esos números es una vida humana con nombre y apellidos.
Hubo otras pandemias, de la que poco sabemos. Por ejemplo, la que han comparado con esta que fue la de la gripe Española, cifras y números que varían según la fuente de información que consultes. Ahora ves fotos de la época de gente con mascarilla, y algunas hasta con las mascotas protegidas por la mascarilla, lo cual no deja de sorprendernos. Aun con estos antecedentes no ha pillado por sorpresa y a mi modo de ver “negacionistas” y medios no ayudan en nada, para que la gente sea consciente.
Lamentablemente nadie nos puede contar como fue aquella pandemia de hace poco mas de 100 años, y lo escrito casi siempre deja lagunas, ya que cada uno cuenta siempre la feria como le va.
Pero eso no fue la única pandemia que hemos vivido en estos últimos 100 años. Hace aproximadamente 40 años vivimos una intoxicación masiva. Al principio sin saber apenas nada la denominaron “Neumonía Atípica” Ya por aquel entonces los medios de comunicación sembraron el pánico entre la población. Hay que decir que los medios, por aquel 1980 eran una pequeña parte comparado con lo de ahora. La era digital i de internet, donde todos podemos ser dios, o el diablo según nos guste.
Ha pasado toda una vida, pero a pesar del miedo de los que teníamos ya una edad de comprender, creo recordar que no se usaron mascarillas ni hubo ningún tipo de confinamiento, la gente hacíamos vida normal. Con mucho miedo pero normal.
Cuando descubrieron que era el aceite, el miedo fue por otros derroteros y empezamos a mirar cada producto que comprábamos con mucho temor. Íbamos al cine y una simple bolsa de patatas fritas, representaba poco menos que una ruleta Rusa. Con los avances ya nos dijeron que era el aceite de colza, a lo que un compañero de trabajo que tenía, ingeniero agrónomo, juraba y perjuraba que la colza era totalmente consumible y sin peligro. No tardaron en añadir desnaturalizado a la primera frase. Quizás nunca sepamos la verdad, como en otras muchas cosas. Pero por aquellos años circulaba un herbicida traído desde fuera, que era como una marca blanca y con los mismos principios activos, resultaba mucho más barato que el original. Hay quien se atreve a decir. Que en los mismos vagones cuba, que entro aquel herbicida. Presuntamente, cargaron el aceite sin limpiar y fueron los restos de aquel famoso herbicida los que desnaturalizaron el aceite, que en teoría era comestible, causando un sinfín de daños y secuelas, que algunos todavía arrastran en nuestro país.

La otra gran pandemia del siglo XX fue sin lugar a dudas el SIDA. Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. Con esto los medios de comunicación ya más numerosos, también nos bombardearon y a pesar que desde el primer momento supimos que no se propagaba por el aire, no por ello no se nos metió el miedo de nuevo en el cuerpo. De entonces viene esa normativa, de sacar a un jugador de cualquier deporte del terreno de juego, si la herida es sangrante. También a los currantes nos dieron consejos las “mutuas” que si teníamos que curar una herida sangrante a un compañero, siempre con guantes y después poco menos que ducharnos. Con esto quiero decir que simper hubo “pandemias” pero no siempre hubo tantos medios de comunicación. No redes sociales para difundir de una manera tan rápida opiniones sin autoridad y de dudosa credibilidad.
En una cosa también del siglo paso llamada “mili” y que muchos no conocéis, Tenia un superior que decía que “Mas vale un cobarde vivo, que un héroe muerto”. No vayamos de héroes pues. Pongamonos la mascarilla y sigamos las ordenes de nuestros superiores, porque la guerra aún no ha terminado.

miércoles, 29 de julio de 2020

Sueño De Una Noche De Verano


Hace mucho calor. Las noches son tropicales y te cuesta conciliar el sueño. Apenas duermes y tu cabeza se dedica a pensar, sacando a veces cosas de hace mucho, mucho tiempo. Tanto tiempo que casi las habías olvidado, pero con la oscuridad y el silencio de la noche siempre cómplice, tu mente busca en los rincones aquellos recuerdos, que habías casi-olvidado ya y que de momento y una vez más, te hacen viajar en el tiempo.
Claro que viajar en el tiempo es fácil si es hacia atrás. Pero es lo que tiene el cerebro, cuando pone a trabajar ese 10% que dicen que utilizamos, no me imagino siquiera como seria trabajando a un 50%, si con lo que tenemos no solo nos permite viajar en el tiempo hacia atrás, porque también nos permite viajar hacia el futuro,  imaginando como serán ahora aquellas personas o lugares, que un día conocimos.
Conocí a Cristina en mi pre-adolescencia. Tendría 13 años, quizás 14. Esa edad donde uno se cree que sabe todo de la vida, cuando apenas si has empezado a vivirla. Cristina no era de mi ciudad, vino aquí con su familia, su padre era funcionario y lo destinaron a esta zona. Familia de buena posición, no tardaron en buscarle plaza a Cristina en el colegio de la Consolación. Las Monjas, como se las conoce de manera coloquial. Por si alguno no lo sabe. Este centro solo acoge, o acogía en aquel tiempo a señoritas, estando totalmente vetado a los varones. Ya era poco el tiempo que le quedaba de colegio a Cristina, sin embargo se inclinaron por este, dejando bien claro unas creencias, o costumbres que parecían estar bien arraigadas en la familia.
No tardo Cristina en hacer amigas en el colegio, todos sabemos que con esa edad no cuesta ningún esfuerzo y más si vienes de fuera y hablas un castellano refinadísimo, cosa que resultaba hasta raro en una ciudad relativamente pequeña, donde todos nos conocíamos. Posiblemente era el castellano más perfecto que había escuchado en mi vida y aun hoy, no he cambiado de parecer.  Con las amigas Cris se integró, como una joven más de la ciudad, salía a pasear y frecuentaba los lugares donde se reunía mas o menos los jóvenes de nuestra edad. Claro que, al tratarse de una ciudad pequeña, posiblemente se encontraría con una mezcla rara de tendencias, que quizás no existían en el lugar de donde procedía,  aquí se mezclaban tantas clases sociales en un mismo espacio, que tal vez, la haría sentirse un poco extraña. Igual de donde venía, había lugares que diferenciaban las clases sociales de una manera más Marcada…
Yo la conocí por casualidad. Un amigo mío, era amigo, de una amiga de ella. Ya sabes aquello de los amigos de tus amigos, son mis amigos. O al menos antes era así. Cris no tenía una belleza exuberante, que va, ni mucho menos. Cris era una muchacha de 13 años, cuya belleza era todo lo que la componía. Su manera de actuar, de hablar, de tratar a las personas, siendo lo menos importante la apariencia física. Tú te enamorabas de Cris por lo que era, y no por cómo era.

Empezamos a salir en pandilla y creo que todos estábamos un poquito enamorados de Cristina, aunque creo, que nunca nadie nos atrevimos a decírselo. No sé qué hubiera pasado si le hubiera declarado mi amor por ella. Aunque a día de hoy todavía no tengo muy claro si era amor o simplemente “encoñamiento” adolescente.
Un día Cristina se fue. A su padre le habían destinado a otro lugar, seguramente más cerca de su lugar de origen, de su casa.
El caso es que Cristina no pudo despedirse de todos sus amigos, que eran muchos, para el poco tiempo que estuvo, pero ella lo valía. Cristina no se despidió de mí, que en aquella época ya me pillo trabajando. Practica bastante habitual aquellos años y en una ciudad como esta. Pero claro a sus padres que más les daba, que le iban a importar los amigos de su hija adolescente. Era un tiempo donde el padre mandaba y los demás obedecían sin tener en cuanta nada más. Me entere de su marcha por terceras personas y me dolió. Me dolió mucho…
Durante largo tiempo, a menudo me parecía verla a lo lejos por la calle, con ese uniforme de la Consolación inconfundible y que tan bien le sentaba. Pero no, no era ella. A veces la veía en sueños, veía su cara. Su sonrisa que siempre mostraba dulzura. Hasta que poco a poco, con el paso del tiempo, se fue difuminando su imagen hasta olvidarla.
Esta noche pasada he vuelto a ver su dulce sonrisa, su cara de niña, que de pronto se ha desvanecido ocupando mi mente otras cuestiones mucho más trascendentes.
¿Que habrá sido de Cristina? Estará ya en los 60 años. ¿Tendrá hijos? ¿Nietos? En qué ciudad habrá fijado su residencia quizá este muy cerca de aquí. Quizá alguna vez nos hayamos cruzado sin reconocernos. Como estará Cris ¿será feliz? Todavía conservara su dulce sonrisa y sus ojos chispeantes, o esto desaparece con los años. Todo es una incógnita por qué han pasado muchos años desde que ella se fue. Solo quedan los recuerdos de una época maravillosa, donde todo era nuevo en nuestros jóvenes ojos, que descubrían cosas día a día. Hoy la imagen que veo cuando me miro al espejo es de un señor mayor. Nada queda de aquel adolescente que he visto en mi viaje al pasado. De momento he vuelto a viajar hacia el futuro, parándome en el presente. En la realidad.  Aun así y ya desde la soledad de mi alcoba, me pregunto. Que será de Cristina…
Quizá sea el calor sofocante de esta noche, el que ha activado el resorte de mi memoria semi-olvidada, haciéndome recordar todo esto. O quizás ni siquiera lo haya pensado. Quizás todo sea un sueño, que si así fuera. Sin lugar a dudas, sería el sueño de una noche de verano…


  

jueves, 18 de junio de 2020

NOSTALGIA

Lo normal es que pasemos por la vida con paso firme, pero no siempre es así y en algunos momentos, es la vida la que nos pisotea. Algunos son capaces de rehacerse y volver a la “digamos” normalidad, a otros les cuesta, y algunos no lo vuelven a conseguir, creando una legión de indigentes y desafortunados, que aunque parecen invisibles están ahí.
A veces no somos conscientes de lo que puede cambiar nuestra vida en un segundo y mucho menos de lo que puede afectar a nuestra salud mental, que evidentemente no para todos es igual, ni la misma. Sin ir más lejos, hoy pensaba que no volveré a pisar algunos sitios de parada obligada en ciertos viajes que me veía obligado a realizar. No digo que no los vuelva a pisar, pero no en iguales circunstancias. Eran viajes de algo más de 600 kilómetros realizados en un número determinado de horas, saliendo de un sitio y regresando a cenar al mismo lugar. Eran viajes que ahora no tienen ningún sentido, pero que apenas hace un año, me causaban desasosiego y alegría al mismo tiempo. Nerviosismo al salir por la mañana al despuntar el día. Manos sudorosas por enfrentarme a un viaje en soledad cuya compañía era solo la música en CDs elegida el día anterior por mí, sin descartar alguna sorpresa. Que las hubo, aunque de poca importancia.
Son estas cosas. Esos detalles que hacemos los seres humanos, siempre movidos por algo, y aunque siempre digo, que no me arrepiento de lo hecho, es cierto que algunas cosas me causan nostalgia.
Ver como todo cambia a tu alrededor, pero que apenas eres consciente hasta que no ves una película de 1980. Un año que uno ya viví en plenitud, y piensas que todo sigue igual, que casi nada ha cambiado.
Pero basta ver los coches, la forma de vestir y hasta la moda del momento, para darse cuenta que no es así. Ahora vives en un mundo frenético comparado con aquel 1980, y a veces los hijos nos quieren hacer ver cosas que nosotros nos somos capaces de percibir. Es como querer entrar en una dimensión de la cual carecemos.
Pero en el fondo no es una dimensión tan desconocida. Al final es la misma, ni más, ni menos, de la que nos separaba de nuestros padres, y que los hijos. Nuestros hijos, se darán cuenta cuando esa misma dimensión, los aleje un poquito de los suyos.
Es ley de vida y aunque cambie la decoración parece que en lo básico no cambia tanto.
Los hijos crecen y se van. Aparece el “síndrome del nido vacío”. Supongo que siempre fue así, pero parece que como ahora se estudia tanto todo. le han dado este nombre. La verdad es que supongo que es un momento agridulce, puesto que te alegras de que se vayan a vivir su vida, al tiempo que te entristece que se vayan de la casa, que fue la suya, hasta el momento de su partida.
Es cierto que los hijos no eligen venir. En cambio, tú, sí que elegiste que vinieran. Lo cuidaste y le diste todo aquello que le podías dar, sin pedirle nada a cambio. Una vida de trabajo, donde la mayoría de veces ellos, los hijos, eran el único motivo, que tenías para luchar contra más de una injusticia que te encontrabas por el camino. Si: es cierto. Ellos no pidieron venir, y por tanto lo que tuviste que hacer, ya lo hiciste en su momento, no por eso a veces con sus decisiones y actitudes que aceptas, porque es su vida, a ti te causan cierta preocupación. Recuerdas momentos de su niñez, y algunos momentos que siempre llevaras en tu corazón, aun que sabes que esos, nunca van a volver. Quizá es en esos momentos, cuando sientes que algo se te escapa de las manos.
Son esos momentos cuando sientes que tu paso por la vida, ya no es tan firme, y te sientes un poco pisoteado por ella, El enfrentarte a la soledad de una vida diferente, ya sin niños. Porque ellos siempre serán niños. Cosas que hacen. Decisiones propias. Decisiones de adulto que tu no ves.
Tal vez sea, porque en el fondo, soy un nostálgico.


miércoles, 17 de junio de 2020

Orgullo Patrio

      
Está amaneciendo, me asomo a la ventana y apenas veo a nadie por la calle. Toda la gente que hace unos días salía con desespero, parece que se ha calmado con la apertura de bares y tiendas, la calle tiende a normalizarse, pero con un aspecto distinto, los arboles crecen sin orden ni concierto, sin que nadie lo remedie. Hierbas y otras plantas desconocidas para mí, crecen en lugares donde nunca antes las había visto, propiciadas por una primavera lluviosa, quizá más de lo que nos tenía acostumbrados estos últimos años, y las mañanas son más frescas tal vez, de las que teníamos estos años atrás por estas fechas. Estamos a punto de recuperar la normalidad. Bueno la nueva normalidad, que en nada se parece a la que teníamos hace unos meses. Unos meses que nos han robado, y que todavía estamos por saber cuántos más quedan por robarnos. De momento yo sigo con el convencimiento de dar este año por perdido. Pero bueno. Poco importa cuando miras atrás y ves a gente que ha perdido más que tú,  muchos incluso la vida.
De nada valen las habitaciones del pánico ni los Bunkers antinucleares, cuando un bicho diminuto es capaz de acabar con nosotros, con esto nos damos cuenta de que no somos nada y que nada vale ante la naturaleza que nos rodea, que es capaz de autorregularse, quizá esto solo sea una muestra de lo que el cosmos es capaz de hacer con nosotros, mientras que, como he dicho antes, los arboles crecen sin orden ni concierto, aparecen nuevas plantas en sitios inesperados y algunos de los animales de los que creíamos no volveríamos a ver, se pasean por nuestras calles. Los agujeros de la capa de ozono dicen que ha desaparecido, y los niveles de Co2, dicen que han disminuido de manera palpable. Igual resulta que el peor virus conocido, somos los humanos.
Bueno el humano no es un virus diréis. Pues si lo comparamos con todo lo que nos rodea. Seguramente no seamos más que un ser insignificante, un parasito depredador, que lo está esquilmando todo.
Ante esta nueva normalidad, mucha gente está en un “ERTE” cobrando el 70% del SMI, Es decir poco más de 600 euros, porque si en un tiempo ser mileurista fue una vergüenza ahora es un privilegio al que pocos aspiran. Con estos poco más de 600 euros algunas familias tienen que hacer frente al día a día, pera comer y al mes a mes para pagar otro servicios, eso sin contar que no tengas hipoteca. Una hipoteca que tal vez te aparta del “Ingreso Mínimo Vital” Pues aunque la vivienda es teóricamente del banco al que has de pagar religiosamente, figura a tu nombre, que como propietario te exime de ningún tipo de ayuda, por poseer bienes inmobiliarios.
Tus hijos que han acudido a casa a causa de la pandemia tampoco la pueden solicitar por que viven en tu casa. Una putada.
Mientras hay gente, que le llama a este ingreso mínimo vital la paguita. Menuda desfachatez. Criticar esto y no criticar a las grandes empresas, o clubes de futbol que están pidiendo ayuda al gobierno, cuando deben decenas de millones a hacienda, o a la seguridad social. Lo curioso es que todavía no han embargado ningún estadio, una cosa difícil de entender, cuando vemos desahucios todos los días. Una gente “por llamarles de alguna manera” que critican a un gobierno por la mala gestión de la pandemia, cuando muchos gobiernos de alrededor la están gestionando aunpeor, ya que el número de muertes y contagios aumenta mucho más rápido que aquí. Que hace a todo esto la oposición. Pues la oposición se confabula para pedir recortes a Europa para su propio país. Unos recortes para dejar en evidencia al actual gobierno, en beneficio propio y de su partido, importándoles una vez más un carajo, todo lo que les toca sufrir a los españoles.
A todo esto una legión de seguidores de estas prácticas inhumanas apoya por las redes sociales, a esta gente que dice amar España banderita en mano. Pero en la mayoría de los casos los que apoyan estas prácticas no son Florentino Pérez, ni Amancio Ortega. En la mayoría de los casos son autónomos con delirios de grandeza, y con mentalidad de grandes empresarios, que olvidan casi siempre que delante de Autónomo va la palabra Trabajadores, ese es el epígrafe por el que cotizan. Trabajadores Autónomos. Así es que a ver si arrimamos un poco más el hombro y somos un poco más trabajadores y menos autónomos, ya que muchos no creen en las autonomías, apelando a la unidad. Así pues, unámonos por España señores, Ahora es el momento de demostrar el patriotismo.
Va por España, aunque mucho me temo que vuestra España una vez más, no es la misma que la mía.