Las
vías de comunicación y transporte, tenían como misión unir los núcleos
poblacionales, haciendo en muchas ocasiones encaje de bolillos para poder
llegar a los máximos posibles. Tenían que sortear montañas, profundos valles, o
caudalosos ríos, con el único fin, que las personas pudieran desplazarse, e
intercambiar mercancías entre los distintos pueblos. También es cierto que
algunas poblaciones buscaron esas vías para nacer y crecer alrededor de ellas.
Tenemos en España una ruta mítica que sigue en mayor o menor medida el trazado
de la vía Augusta. Esta es la antigua Nacional 340. Esta carretera además de
otras características es la más larga de la península ibérica, ya que va desde
Puerto Real, en la provincia de Cádiz. Hasta la plaza de España en Barcelona. O
viceversa. Casi 1300 kilómetros sin dejar una misma carretera.
Visto lo visto, deja una muestra de la importancia del corredor Mediterráneo,
que tanto les cuesta de ver a nuestros políticos. Más de 2000 años de
antigüedad de una vía de comunicación, con pequeñas variaciones, no puede ser
un error. Lamentablemente aquella nacional 340 que muchos de nosotros conocimos
y transitamos, ha dado paso a nuevas autovías, donde el tráfico es más rápido y
mucho más seguro que por la antigua nacional. La vieja nacional de la cual
existen todavía muchos tramos de su antiguo trazado. Ha quedado en el mejor de
los casos, como vía de acceso a polígonos industriales, ya que los tramos que
cruzaban las poblaciones por el centro, han quedado totalmente irreconocibles
siendo en la mayoría de los casos de un solo sentido. A lo
largo de los casi 1300 kilómetros de esta vía nos podemos encontrar muchos
edificios abandonados que un día fueron restaurantes llenos de esplendor y
punto de referencia para muchos camioneros que quedaban allí, para cenar y
dormir unas horas antes de continuar la marcha a su destino. Pueblos que han
perdido una de sus fuentes de ingreso, ya que, al pasar la carretera por el
centro de la población, se creaban tiendas, bares o establecimientos donde
pasar la noche, Unos pequeños negocios que ahora han desaparecido. Parece
mentira que una cultura tan antigua como la nuestra que otrora fuera la dueña
de media Europa, parte de África, y prácticamente toda Sudamérica, ahora
tengamos tan pocos recursos.
Existe en Estados Unidos una ruta llamada la ruta 66. Una ruta de la que apenas
queda nada de lo original.
La Llamada ruta 66 fue oficialmente retirada de las carreteras de USA, en el
año 1985. Siendo sustituida por la Red de Autopistas Interestatales de
Estados Unidos. No obstante, partes de la vieja carretera que discurren a
través de Illinois, Nuevo México y Arizona, han sido señalizadas con letreros
de "Historic Route 66" convirtiéndola en un filon.
Gente de todo el mundo visita la ruta 66, incluyendo Españoles que pagan un
buen puñado de dólares para alquilar una Harley Davidson, la moto mitica de
dicha ruta. Un gran plató, donde puedes ver coches americanos de los años 50.
Los típicos Dinner Shop, en medio del desierto, y un sinfín de cosas que te
transportan a los años dorados de aquella ruta que atravesaba un gran número de
estados. Quizá alguno le parezca ridículo que pudiéramos explotar nuestra
N-340. Nuestra particular ruta 66 que va desde el Mediterráneo hasta el Atlántico,
después de cruzar algunas autonomías, cada una con su particularidad. Nos
podemos encontrar en esta ruta un “Las Vegas” Aunque mucho más ibérico en
Benidorm. Incluso si echamos de menos los Cowboys Los tenemos en nuestro
particular desierto. El de Tabernas, que además es el más grande de Europa. Una
ruta que discurre entre parajes maravillosos donde tenemos de todo, incluso
muchas fortalezas medievales, algo que nunca podrán tener en USA.
Así somos los Españoles, muy hechos a tirar a la basura todo lo nuestro. No
solo a tirarlo a la basura, incluso somos capaces de pelearnos entre nosotros,
para a ver quien critica más nuestro pasado, glorioso para unos y vergonzoso
para otros. En fin, lo que quizás podría ser una mina de oro, son tramos de
carretera inconexos donde apenas encuentras nada que ver, excepto ruinas de un
pasado. De un pasado lleno de vida, donde los Pegaso y los 600 eran dueños de
la carretera. Donde nuestros bares de carretera abiertos 24 horas, eran del
todo imprescindibles. para las paradas de los “Buses” de línea regular, y otros
muchos “piratas” que hacían su paradita a tomar café, mientras algunos
aprovechaban para dar alivio a su vejiga.
Gasolineras abiertas sin pausa, donde un
empleado te atendía personalmente, dando un toque de humanidad y algo de
conversación para el que viajaba solo. Gasolineras y restaurantes. Pequeñas
islas de vida, donde era habitual encontrar soldados, con el saco “petate” en
ristre a la espera de que alguno de aquellos Pegaso, fuera para su “tierra” y
les hiciera un hueco en la cabina. Otros se arriesgaban a hacer autoestop.
Una imagen, la del autoestopista, desconocida ahora por muchos en los tiempos
que corren.
Es una idea y una alternativa al turismo de borrachera, aunque viendo como
somos si alguien se le ocurre fomentarla, nosotros, los Españoles, seremos los
primeros en criticarla, aunque ya hay por ahí alguna iniciativa, que además
copia el logo de la ruta 66 La verdad es que yo me quedaría con el pilón de
kilometraje rojo y blanco, es mucho más nuestro.
Ojalá algún día se haga realidad y empecemos a valorar un pasado que, para
muchos, parece que nunca existió.
No quiero pararme a pensar si los estadounidenses cuya historia se remonta
apenas unos siglos atrás, tuvieran algo similar al canal de Castilla. Algo que
muchos desconocen en este país, pero sin embargo conocemos las cuestas en Nob Hill, tantas veces vistas en las
películas. pero eso.
Eso ya es otra historia
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