jueves, 18 de junio de 2020

NOSTALGIA

Lo normal es que pasemos por la vida con paso firme, pero no siempre es así y en algunos momentos, es la vida la que nos pisotea. Algunos son capaces de rehacerse y volver a la “digamos” normalidad, a otros les cuesta, y algunos no lo vuelven a conseguir, creando una legión de indigentes y desafortunados, que aunque parecen invisibles están ahí.
A veces no somos conscientes de lo que puede cambiar nuestra vida en un segundo y mucho menos de lo que puede afectar a nuestra salud mental, que evidentemente no para todos es igual, ni la misma. Sin ir más lejos, hoy pensaba que no volveré a pisar algunos sitios de parada obligada en ciertos viajes que me veía obligado a realizar. No digo que no los vuelva a pisar, pero no en iguales circunstancias. Eran viajes de algo más de 600 kilómetros realizados en un número determinado de horas, saliendo de un sitio y regresando a cenar al mismo lugar. Eran viajes que ahora no tienen ningún sentido, pero que apenas hace un año, me causaban desasosiego y alegría al mismo tiempo. Nerviosismo al salir por la mañana al despuntar el día. Manos sudorosas por enfrentarme a un viaje en soledad cuya compañía era solo la música en CDs elegida el día anterior por mí, sin descartar alguna sorpresa. Que las hubo, aunque de poca importancia.
Son estas cosas. Esos detalles que hacemos los seres humanos, siempre movidos por algo, y aunque siempre digo, que no me arrepiento de lo hecho, es cierto que algunas cosas me causan nostalgia.
Ver como todo cambia a tu alrededor, pero que apenas eres consciente hasta que no ves una película de 1980. Un año que uno ya viví en plenitud, y piensas que todo sigue igual, que casi nada ha cambiado.
Pero basta ver los coches, la forma de vestir y hasta la moda del momento, para darse cuenta que no es así. Ahora vives en un mundo frenético comparado con aquel 1980, y a veces los hijos nos quieren hacer ver cosas que nosotros nos somos capaces de percibir. Es como querer entrar en una dimensión de la cual carecemos.
Pero en el fondo no es una dimensión tan desconocida. Al final es la misma, ni más, ni menos, de la que nos separaba de nuestros padres, y que los hijos. Nuestros hijos, se darán cuenta cuando esa misma dimensión, los aleje un poquito de los suyos.
Es ley de vida y aunque cambie la decoración parece que en lo básico no cambia tanto.
Los hijos crecen y se van. Aparece el “síndrome del nido vacío”. Supongo que siempre fue así, pero parece que como ahora se estudia tanto todo. le han dado este nombre. La verdad es que supongo que es un momento agridulce, puesto que te alegras de que se vayan a vivir su vida, al tiempo que te entristece que se vayan de la casa, que fue la suya, hasta el momento de su partida.
Es cierto que los hijos no eligen venir. En cambio, tú, sí que elegiste que vinieran. Lo cuidaste y le diste todo aquello que le podías dar, sin pedirle nada a cambio. Una vida de trabajo, donde la mayoría de veces ellos, los hijos, eran el único motivo, que tenías para luchar contra más de una injusticia que te encontrabas por el camino. Si: es cierto. Ellos no pidieron venir, y por tanto lo que tuviste que hacer, ya lo hiciste en su momento, no por eso a veces con sus decisiones y actitudes que aceptas, porque es su vida, a ti te causan cierta preocupación. Recuerdas momentos de su niñez, y algunos momentos que siempre llevaras en tu corazón, aun que sabes que esos, nunca van a volver. Quizá es en esos momentos, cuando sientes que algo se te escapa de las manos.
Son esos momentos cuando sientes que tu paso por la vida, ya no es tan firme, y te sientes un poco pisoteado por ella, El enfrentarte a la soledad de una vida diferente, ya sin niños. Porque ellos siempre serán niños. Cosas que hacen. Decisiones propias. Decisiones de adulto que tu no ves.
Tal vez sea, porque en el fondo, soy un nostálgico.


miércoles, 17 de junio de 2020

Orgullo Patrio

      
Está amaneciendo, me asomo a la ventana y apenas veo a nadie por la calle. Toda la gente que hace unos días salía con desespero, parece que se ha calmado con la apertura de bares y tiendas, la calle tiende a normalizarse, pero con un aspecto distinto, los arboles crecen sin orden ni concierto, sin que nadie lo remedie. Hierbas y otras plantas desconocidas para mí, crecen en lugares donde nunca antes las había visto, propiciadas por una primavera lluviosa, quizá más de lo que nos tenía acostumbrados estos últimos años, y las mañanas son más frescas tal vez, de las que teníamos estos años atrás por estas fechas. Estamos a punto de recuperar la normalidad. Bueno la nueva normalidad, que en nada se parece a la que teníamos hace unos meses. Unos meses que nos han robado, y que todavía estamos por saber cuántos más quedan por robarnos. De momento yo sigo con el convencimiento de dar este año por perdido. Pero bueno. Poco importa cuando miras atrás y ves a gente que ha perdido más que tú,  muchos incluso la vida.
De nada valen las habitaciones del pánico ni los Bunkers antinucleares, cuando un bicho diminuto es capaz de acabar con nosotros, con esto nos damos cuenta de que no somos nada y que nada vale ante la naturaleza que nos rodea, que es capaz de autorregularse, quizá esto solo sea una muestra de lo que el cosmos es capaz de hacer con nosotros, mientras que, como he dicho antes, los arboles crecen sin orden ni concierto, aparecen nuevas plantas en sitios inesperados y algunos de los animales de los que creíamos no volveríamos a ver, se pasean por nuestras calles. Los agujeros de la capa de ozono dicen que ha desaparecido, y los niveles de Co2, dicen que han disminuido de manera palpable. Igual resulta que el peor virus conocido, somos los humanos.
Bueno el humano no es un virus diréis. Pues si lo comparamos con todo lo que nos rodea. Seguramente no seamos más que un ser insignificante, un parasito depredador, que lo está esquilmando todo.
Ante esta nueva normalidad, mucha gente está en un “ERTE” cobrando el 70% del SMI, Es decir poco más de 600 euros, porque si en un tiempo ser mileurista fue una vergüenza ahora es un privilegio al que pocos aspiran. Con estos poco más de 600 euros algunas familias tienen que hacer frente al día a día, pera comer y al mes a mes para pagar otro servicios, eso sin contar que no tengas hipoteca. Una hipoteca que tal vez te aparta del “Ingreso Mínimo Vital” Pues aunque la vivienda es teóricamente del banco al que has de pagar religiosamente, figura a tu nombre, que como propietario te exime de ningún tipo de ayuda, por poseer bienes inmobiliarios.
Tus hijos que han acudido a casa a causa de la pandemia tampoco la pueden solicitar por que viven en tu casa. Una putada.
Mientras hay gente, que le llama a este ingreso mínimo vital la paguita. Menuda desfachatez. Criticar esto y no criticar a las grandes empresas, o clubes de futbol que están pidiendo ayuda al gobierno, cuando deben decenas de millones a hacienda, o a la seguridad social. Lo curioso es que todavía no han embargado ningún estadio, una cosa difícil de entender, cuando vemos desahucios todos los días. Una gente “por llamarles de alguna manera” que critican a un gobierno por la mala gestión de la pandemia, cuando muchos gobiernos de alrededor la están gestionando aunpeor, ya que el número de muertes y contagios aumenta mucho más rápido que aquí. Que hace a todo esto la oposición. Pues la oposición se confabula para pedir recortes a Europa para su propio país. Unos recortes para dejar en evidencia al actual gobierno, en beneficio propio y de su partido, importándoles una vez más un carajo, todo lo que les toca sufrir a los españoles.
A todo esto una legión de seguidores de estas prácticas inhumanas apoya por las redes sociales, a esta gente que dice amar España banderita en mano. Pero en la mayoría de los casos los que apoyan estas prácticas no son Florentino Pérez, ni Amancio Ortega. En la mayoría de los casos son autónomos con delirios de grandeza, y con mentalidad de grandes empresarios, que olvidan casi siempre que delante de Autónomo va la palabra Trabajadores, ese es el epígrafe por el que cotizan. Trabajadores Autónomos. Así es que a ver si arrimamos un poco más el hombro y somos un poco más trabajadores y menos autónomos, ya que muchos no creen en las autonomías, apelando a la unidad. Así pues, unámonos por España señores, Ahora es el momento de demostrar el patriotismo.
Va por España, aunque mucho me temo que vuestra España una vez más, no es la misma que la mía.