viernes, 11 de agosto de 2017

CAMINANTE HAY AUTOVÍA.


Hace algún tiempo en ese lugar donde hoy los bosques se visten de espinos se oyó la voz de un poeta gritar Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Seguramente os sonaran estas estrofas. Algunos las habrán reconocido en seguida. Otros aseguraran, que son de una canción de Joan Manuel Serrat, y algunos ni siquiera conocerán a Joan Manuel Serrat. Que por cierto nunca comprendí por que Joan Manuel. Y no Joan Manel. En fin cosas de artistas, no le demos más vueltas
Esta estrofa como algunos ya habréis adivinado, es de Antonio Machado. Don Antonio Machado.
Al pasar de los tiempos te vas dando cuenta que los poemas son algo mas, que una simple rima, y que entrelineas hay mucha verdad. O quizás los poetas, al igual que los profetas, sepan escribir cosas para que sean interpretadas de muchas maneras, y según le venga en gana al lector, y los tiempos que corran en ese momento. No importa si han pasado 100 años desde que se escribió, o 200, siempre encuentras un cierto paralelismo con una situación actual.
La situación en cuestión, es debido a unos “viajes” que me he visto obligado a realizar en poco tiempo a Zaragoza. Una ruta bastante conocida para mi, aun que en un pasado reciente, se circulaba por otra carretera.
Que eso de las autovías está bien, ganas en rapidez, y si los viajes no son de placer a veces es necesaria. Claro que esto comporta otra serie de problemas, que quizá ya sepáis. Que seguro ya habéis advertido, pero que de todas formas voy a comentar
La desventaja gorda de las vías rápidas u autovías es que una vez te metes en ellas, es como andar en una bicicleta de piñón fijo. No puedes parar de pedalear. 
Las opciones de parada se limitan a las áreas de servicio, y aunque desde mi ciudad a Zaragoza, hay unos escasos 300 kilómetros, se hace preciso parar para estirar las piernas. ¿Por qué estirar las piernas? Pues porque los que no estamos acostumbrados, se nos hace tremendamente pesado conducir tanto tiempo seguido, y por que los medios de comunicación nos bombardean cada vez más, con aquello de la no conveniencia de conducir más de dos horas seguidas.
Ahí es donde está la gran diferencia. Las áreas de servicio están perfectamente señalizadas en medio de la nada, en un descampado donde el sol, el viento, o quizá alguna otra inclemencia meteorológica, te bombardea cada vez que paras.
Un área de servicio es algo muy funcional Un edificio construido con grandes piezas prefabricadas y grandes ventanales de cristal. Por regla general, y como si de una directriz se tratara, casi siempre los “váteres” están sucios. Bueno el resto del local tampoco es que sea un 10 en limpieza, y las moscas parece como si formaran parte de la plantilla. Diria que cada a mañana a su hora, acuden al trabajo y hasta fichan y todo. Lo que en la cafetería puedes encontrar, tampoco es que sea de una calidad exquisita, bollería industrial, café malo porque a la cafetera no se le puede hacer la depuración. (Por aquello de abierto 24 horas) y todo ello con un sobreprecio importante que a veces raya lo abusivo.
La ultima vez. Me vi obligado a parar para comer en un área de servicio. Eran las 15,15. Pero tal cantidad de gente, las moscas, y el calor, junto con un precio abusivo para un menú de “cuartel de los 80”, hicieron que saliera disparado del lugar.
Decidí buscar el pueblo más cercano. Aquellos pueblos que la carretera pasaba por el centro, y aun que no deja de ser una putada, les daba vida. Mucha vida.
Pues bien el pueblo más cercano se encontraba a 17 kilómetros de la nueva autovía. Y aun que la carretera vieja sigue en el mismo sitio, los bares y restaurante que se encontraban por decenas han desaparecido. Al final sí que me pude tomar un bocadillo y poco más. Pero ya no en aquellos bares que te vendían además de lo necesario lo típico. Frutas de Aragón o Adoquines de Calatayud. Sin contar el gigantesco mamotreto que servía de reclamo en la calle, con decenas de jamones de escayola colgando.

Así es. Una carretera que le daba vida al pueblo. Las molestias, eran el peaje que tenía que pagar para que algunos vecinos pudieran ganarse la vida con los restaurantes, panaderías o carnicerías que se asomaban a ella. Hoy ya no están. Los pueblos se mueren, y uno se limita a parar en medio de un páramo, en un local raro, y que seguramente alguien habrá puesto su influencia, y pagado su dinero al político de turno, para poder ejercer allí. Nada natural. Un camino falso. Prefabricado, que ya no se hace para comunicar a los pueblos. O por lo menos como se planeo en origen. Después de ver todo esto, uno vuelve a Antonio Machado. Don Antonio machado, y se da cuenta que aquellas carreteras que se inventaron para unir, comunicar a la gente, ahora casi son un conflicto y piensa aquello de.

Hace algún tiempo en ese lugar donde hoy los bosques se visten de espinos se oyó la voz de un poeta gritar Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

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