viernes, 18 de septiembre de 2009

TERTULIA DE CAFÉ

El motivo de este blog, no es otro que comentar cosas cotidianas.
Es por eso, por lo que me ha costado buscarle un nombre, que identificara este sitio. Como lo mas parecido a las antiguas tertulias de café

Con las nuevas tecnologías todos tenemos la opción, de tener nuestro rinconcito en la red, y yo, lo he querido aprovechar

Los tiempos cambian, como veréis por el estado, de la fotografía que publico, yo, no nací ayer.
Soy el que va montado en el caballito, custodiado por una vecina. Os puedo asegurar que desde entonces. (y a pesar de la sequía) ha llovido mucho

Cuando, se hizo esta foto, todavía existían los “Cafés”. Aquellos cafés míticos, como El Café Gijón, de Madrid, o Els Quatre Gats, de Barcelona. Aquellos cafés con su suelo de madera, que crujía al andar, y con una decoración anacrónica, donde sus percheros, aun albergaban sombreros, como prenda habitual

Aquellos cafés, eran punto de reunión de mucha gente. Políticos. Artistas, o simplemente gente trabajadora, que acudía a las tertulias que se formaban, por las tardes.

Eran otros tiempos.
Tiempos donde todavía existían los periódicos vespertinos, y con su lectura todos tenían derecho a opinar, sobre lo que nos contaban sus noticias.
En estos lugares todo tenia cabida, desde hablar de política, (que causo mas de un disgusto por estar prohibida). Hasta los casos mas terroríficos, que se podían leer en el “Caso” (periódico de la época).

Y como no. Puestos hablar de ese España, digamos misteriosa, todo lo que acaeció entorno al caso “ummo”, cuyo principal valedor fue Fernando Sesma.
En este caso. No fue el Café Gijón, Fue la Ballena Alegre, nombre muy novelesco, y que a día de hoy aun resuena, entre todos los que somos amantes del “misterio”.

Hoy en día nada de esto existe. Se vive muy de prisa. Frenéticamente diría yo.
Los vecinos, no nos conocemos, apenas tenemos tiempo de nada, comemos mal, y dormimos peor. Supongo, que es el precio que hay que pagar., en esta sociedad

Mi infancia fue tan diferente.
Los niños podíamos jugar por la calle, mi ciudad, entonces de pocos habitantes, se conservaba impoluta, no veías ni un papel en el suelo. Aun que claro: Entonces el único papel que se utilizaba, para casi todo, era el de periódico.
Las bolsas de plasticol, no se habían inventado, y en caso de que se hubiesen inventado, no hubiésemos visto ninguna por la calle, ya que por la mañanas era practica habitual, que en cada casa, se barriera su pequeño trozo de acera.

Entonces no había contenedores de cartón. Ni de vidrio. Entonces el reciclaje era otra cosa.
Como he dicho anteriormente el papel de periódico, se utilizaba para casi todo. Desde envolver el bocadillo por la mañana, hasta la pescadera del barrio. También lo usaba el que vendía legumbres, para hacer “cucuruchos” y llenarlos con su producto.
La verdad es que todos encontraban utilidad aquel papel..
Algunos le daban usos mas productivos. Como encender el brasero, o la estufa.
Y otros. Le daban un uso totalmente escatológico, utilizándolo, como papel higiénico.

El vidrio. ¿qué decir del vidrio?. Cuando comprabas una botella de leche, te cobraban el “casco”, ese dinero no te lo devolvían hasta que no devolvías la botella vacía.
¿Hay mejor reciclaje?.

Todo eso ha desaparecido, algunas cosas para mejor. Otras para peor.

Como he dicho al principio. Entre lo que considero peor, es la desaparición de aquella fauna urbana, que organizaban las tertulias de café, de esa deshumanización que esta padeciendo nuestra sociedad

Hoy en día la gente con inquietudes se reúnen en asociaciones culturales, así pueden recibir subvenciones. Parece que el dinero es lo primero...Pero ¿y la parte humana?.

En las asociaciones, es todo demasiado aséptico, la mayoría de las veces no se conocen los unos a los otros, les une una afición en común, pero ese calor, esa proximidad, que se respiraba en las tertulias de café. Ha desaparecido para siempre. Arrastrado por una sociedad moderna, que en el siglo XXI, aun no sabe muy bien a donde va

Tomad pues, como bueno. El intento de recuperar ese momento de sosiego.
Esa tertulia de café, aun que sea de manera virtual.

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