jueves, 10 de diciembre de 2009

El Viaje III (final de trayecto)

El convoy aminora la marcha, entramos en una estación que tiene parada. De nuevo dependencias en ruinas, y muchos graffitis. Me fijo en los grafitis, y pienso que son un lenguaje universal. Los que vemos en las películas, sea de donde fueren, son exactamente igual, a los que estoy viendo. Es como un nuevo “esperanto”, no haciendo diferente la estación de Albacete, a la de Manhattan, o cualquier otra del mundo, en este sentido.
Tras una breve parada, continuamos el viaje. Las calles que llego a ver están vacías, supongo que algo tendrá que ver que es sábado y es temprano todavía,
Una vez a campo abierto veo mas coches. Esta vez son varios. Sigo pensando, y no acierto adivinar que hacen allí en medio, sin que se vea a nadie alrededor.
El día se ha vuelto gris, plomizo, ahora es una luz blanca, reflejo de un sol velado por las nubes, lo que ilumina la inmensa llanura destacando, aun mas su inmensa paleta de colores. A lo lejos veo un pueblo, con unos molinos de viento en lo mas alto, es reconfortante ver el molino de viento tradicional, y no el molino de energía eólica que tanto abunda ahora por nuestros paisajes.

Mas adelante, veo mas coches en medio de la inmensa llanura. De pronto unas figuras se recortan en lo alto de una loma cercana, con lo que parece ser una escopeta al hombro, acto seguido, una jauría de perros. Fin del misterio, los coches abandonados en medio de la nada son de cazadores.
Es curioso. Por esta zona, el tren, atraviesa pocos pueblos, los que se ven están todos en la lejanía. Es fácil saber cuando hay un pueblo cerca, automáticamente ves mas activad en sus campos, ahora incluso se ve algún tractor trabajando la tierra, Aun que lamentablemente muchos están yermos. Parece que no importa que sea sábado, cuando la tierra tienen necesidades, no existen los festivos. Es curioso, como se adaptan los tiempos, nosotros ahora tenemos un calendario hecho a medida. Jornadas laborales de 40 horas, con nuestras pautas festivas casi cada mes. Antiguamente, la gente se regia por el calendario, de las cosechas. Cuando había que trabajar en la tierra se trabajaba, y cuando no. Se hacia fiesta. Este es el origen, de que gran cantidad de pueblos, tengan sus fiestas en agosto, es una estación del año calurosa, en donde ya se ha recogido la cosecha, y no se ha empezado a preparar la otra, no obstante la iglesia ha sabido, como en casi todas las fiestas de origen pagano, adjudicarle un santo, a estas fiestas.
El cielo sigue gris. No llueve, pero veo charcos, parece que vamos detrás de la lluvia.A este paisaje plomizo de por si, se le une lo gris del paisaje. Todo alrededor esta grisáceo me pregunto por que. Pronto se aclaran mis dudas, a un lado de a vía, pegada, se levantan unas grandes construcciones. Me recuerdan a una refinería, con sus grandes depósitos . ahí me doy cuenta, que efectivamente a llovido, las calles de esta industria, están pavimentadas, y los charcos se hacen mas evidentes, seguimos avanzando, ahora mas despacio. Otra gran construcción aparece a la derecha de la vía férrea, no sabría decir que es. Es muy grande, y este tipo de instalaciones, me resultan desconocidas. A pesar de la velocidad estas instalaciones permanecen bastante tiempo a nuestro lado, por lo que deduzco que es muy grande. Al final puedo leer algo de hierros, aunque esta el rotulo medio borrado, y como no, cubierto en parte por graffitis. ¿una fundición?. Ahí queda mi duda.

Sin dejar esa tonalidad gris pasmos una estación, creo leer Aranjuez, por lo que deduzco que estamos cerca de Madrid, al mismo tiempo, que empiezo a dudar de “los jardines de Aranjuez” a juzgar por lo que veo. El tren va a una velocidad mas tranquila, empiezo a ver construcciones, pero esta vez no son industriales, son viviendas. Grandes bloques de viviendas se divisan muy cerca. Sigo viendo charcos, y una bicicletas de montaña, nos acompañan por un momento, en un camino paralelo a la vía. También veo gente correr, ataviada con ropa deportiva. De momento aparece, un campo de fútbol, y unos chavales jugando, hay un gran ambiente, los padres y madres están allí, apoyando a sus hijos. Es otra manera de pasar un sábado por la mañana. Creo leer encima de una puerta club Atlético Valdemoro, haciendo un chiste fácil, pienso... ¿Estaré entre Pinto y Valdemoro?.
Sigo el camino inexorablemente , ya no veo campos. Ahora son solares, en medio de construcciones algunas en ruinas otras no, vuelvo a ver otra instalación deportiva, es muy grande, tiene varios campos, pero estos son de fútbol, de tenis pista de atletismo, y muchas cosas mas, el tren empieza a descender, solo veo un talud al lado de la vía, donde. (Como no) abundan los graffitis. El tren poco a poco va parando, esto es sin lugar a dudas, el final de mi viaje. Quizá a la vuelta vuelva a imaginar, cosas sobre lo que veo. Pero seguramente no será así. Mi billete de vuelta marca la salida del tren a las 18’00 horas, es de noche y poco podré ver a través de ese cristal, que separa estos dos mundos, el real. Y el de mi imaginación.



1 comentario:

  1. Excelentes las tres partes de esta crónica de viaje. La primera parte había puesto el listón muy alto, pero las otras dos han conseguido mantener el nivel, cosa que no era fácil.

    Ahora no suelo viajar mucho en tren, aunque hace algunos años lo hacía con cierta frecuencia por motivos de trabajo, pero estoy seguro de que, gracias a esta crónica, en mi próximo viaje miraré -o mejor, analizaré- el entorno con otros ojos.

    Insisto en la acertada selección de las imágenes, que constituyen un buen contrapunto para el texto.

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